Pensamiento visual: tendencia educativa emergente


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Hoy he recibido la noticia de que #Dibújamelas, el proyecto colaborativo al que tengo el placer de pertenecer, es uno de los ganadores de #EDUblogs, premio otorgado por Espiralen la  categoría de tendencias educativas emergentes, proyectos y personas que generan en torno a ellos cambios en la forma de percibir la educación y que multiplican, motivando la creatividad, las acciones educativas que miles de docentes desarrollan en sus centros y aulas. Este reconocimiento no se debe tanto al equipo que lo componemos (GarbiñeAnaClaraDoloresRocío y quien escribe) cuanto a los cientos de docentes (más de un millar, probablemente) que han participado en él a lo largo de los últimos dos años y que siguen siendo allí donde van fuente de innovación con su ilusión y creatividad. 
Dibújamelas no se define solo como un puñado de docentes compartiendo sus experiencias de aula a través del uso del pensamiento visual. Dibújamelas es una comunidad de aprendizaje viva y en constante transformación que facilita que el docente pierda el miedo al cambio y disfrute con la aventura de repensar su forma de enseñar siendo él primero quien esté dispuesto a desaprender. Enseñar lo que has aprendido requiere deshacer el camino andado, tirarse a la piscina de lo desconocido, activando el modo creativo, una capacidad adormecida que todos atesoramos de forma natural desde que éramos niños. Garabatear nos reconcilia con aprendizajes olvidados, emociones latentes, formas de comprensión de la realidad que nos abren nuevos horizontes de significatividad. Quien lo probó lo sabe. 

Cambiar el paradigma de enseñanza a través de la mera palabra y empezar a pensar a través de imágenes creadas por los propios docentes y alumnos es todo un reto. A pesar de vivir rodeados de imágenes, nuestro modelo educativo obvia lo visual a favor del texto escrito, debilitando la comprensión crítica de las imágenes, la capacidad de análisis-síntesis de contenidos complejos y el disfrute estético. 

Igualmente, Dibújamelas es un proyecto que no podría lograr ese valor añadido sin escribirse en plural. Los tiempos de la formación en solitario han dado paso a un nuevo modelo de constante aprendizaje en redes de apoyo mutuo, que favorecen sinergias, contagios y nuevos proyectos que llevar a nuestros centros y que se retroalimentan constantemente unos a otros. Aprendemos juntos, enseñamos juntos, construimos juntos espacios nuevos. Todo ello a través de una comunidad de aprendizaje libre, donde cada cual entra y sale cuando quiere. Un día yo me alimento de lo que otros construyen; otro día serán ellos quienes se inspiren en mí, o juntos decidamos sumar fuerzas para crear un proyecto nuevo. 
El pensamiento visual, pese a que ya empieza a ser conocido en el ámbito educativo, gracias a proyectos como Dibújamelas y otras iniciativas, aún es, como ejemplifica el título de la categoría por la que hemos sido premiados, emergente, en proceso de descubrimiento y asimilación. Esto se debe principalmente, como ya apunté más arriba, a que nuestra forma de aprender está aún excesivamente ligada al texto escrito como vehículo de conocimiento, aislado del lenguaje visual, entendido éste como mero entretenimiento o soporte auxiliar a la palabra. Cambiar inercias es un proceso lento, no exento de dificultades. Tendemos a desconfiar del cambio y a acomodarnos a los mandamientos de lo aprendido, incluso aún sabiendo que las recetas de siempre no consiguen que mejoremos lo presente.
Les pongo un ejemplo vivido en propia carne. Hace unos meses me llamó el excelente equipo de asesores del CPR de Mérida para impartir un curso sobre pensamiento visual y ya casi a punto de celebrarse me comunicaron que había sido rechazado por el Servicio de Innovación y Formación del profesorado extremeño porque no era compatible con las "líneas educativas de formación" en Extremadura (razón del todo incomprensible; si leen ustedes el texto oficial que marca esas directrices, comprobarán que es del todo compatible y recomendable). Por mucho que los asesores del CPR de Mérida les justificaron la pertinencia didáctica de esta metodología, la respuesta siguió siendo negativa. Esperemos que reconocimientos como el que nos concede Espiral sirvan para que el Servicio de Innovación extremeño esté a la altura de los retos del futuro y comprendan el potencial del pensamiento visual como herramienta de aprendizaje y enseñanza para docentes y alumnos. No solo el docente se ve afectado por las inercias de lo aprendido; también las instituciones deben estar abiertas a desaprender.
Da que pensar; la calidad de la innovación que muchos docentes consiguen fuera de los espacios oficiales de formación está muy lejos de la que les ofrece los cauces oficiales. De ahí que aquello que no les proporciona la institución educativa ellos se lo procuran generando redes naturales de aprendizaje entre docentes. Resulta paradójico que los encuentros educativos más potentes que se celebran en España desde hace años sean ajenos a la administración educativa. El auto didactismo y la creación de redes formativas naturales es una seña de identidad del docente innovador del siglo XXI. La innovación educativa puntera se alimenta principalmente de la capacidad de los profesionales para auto gestionar su formación de manera independiente.  Un chollo para la administración, ya que estos docentes añaden un valor añadido, dan lustre al sistema y todo ello a coste cero.
Las instituciones educativas debieran reflexionar sobre esta tendencia y no fiscalizar su fortaleza -amenaza por la cual muchos docentes innovadores prefieren seguir aprendiendo fuera de los cauces oficiales-, sino más bien servir de soporte en medios e infraestructuras para potenciarla, favoreciendo su pregnancia a largo plazo sobre el resto de la comunidad educativa. Se da incluso la triste paradoja de que existe una generación de docentes que está mejor formada que aquellos que se supone tienen que dirigir y gestionar la innovación y formación del profesorado. 
He podido comprobar cómo los modelos de gestión educativa de la innovación y la formación del profesorado en Cataluña y el País Vasco han virado su estrategia de relación con los docentes y los centros hacia la no injerencia -alejándose de la dañina instrumentalización del espacio educativo que ello conlleva-, pero teniendo muy claro que sus esfuerzos tienen que estar encaminados a fortalecer esas redes naturales de formación, de tal forma que con el tiempo acaben impregnando toda la estructura educativa (currículo, espacios, tiempos, materiales, dotación...) Las políticas educativas de innovación deben para ello abandonar el cortoplacismo, cuando no la flagrante politización, y ceder el poder de acción y decisión a esas redes de docentes, facilitándoles medios e infraestructura para hacer de la excepción una tendencia que vaya generando cambios en cada espacio educativo, respetando sus ritmos y contexto, pero propiciando su transformación. De lo contrario, desaprovecharán el potencial que aporta toda una generación de docentes innovadores que más allá de la responsabilidad que prescribe su función, y rozando el voluntarismo, hacen posible la calidad de la educación. 
Por cierto, te animo a sumarse a Dibújamelas. No tengas miedo y lánzate a garabatear. No sé dibujar... ¿y qué? El error es bello. 

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