IA y aprendizaje significativo


Como sabéis, suelo formarme, aplicar en clase y formar a docentes en rutinas de pensamiento que utilicen estrategias creativas, como el visual thinking, para facilitar un aprendizaje significativo. La irrupción de la IA en la escuela y la vida cotidiana de nuestros alumnos abre otro frente más que nos impele a repensar en qué medida facilitamos ese aprendizaje profundo en nuestro proceso de enseñanza, evitando rutinas de trabajo mecánicas que consiguen solo una pregnancia temporal de los contenidos y no el afianzamiento de estructuras cognitivas estables desde las que asentar aprendizajes más duraderos, que ayuden a los alumnos en el futuro y se adapten a diferentes contextos.

Es natural y comprensible que estos nuevos escenarios tecnológicos provoquen en el docente una cierta incertidumbre, que deriva a veces en nostalgia por el pasado o rechazo de cualquier novedad. Sea cual sea nuestra actitud, la realidad que circunda a la escuela acaba colándose en ella, requiriendo de nuestra respuesta. Estos cambios tecnológicos no representan tan solo una capa superficial sobre las formas de comunicación, aprendizaje y desarrollo profesional, sino que las determinan y transforman en esencia, requiriendo de nosotros nuevos enfoques, formación y estructuras organizativas y didácticas que faciliten a nuestro alumnado un aprendizaje real y profundo, que no solo lo adapte al nuevo ecosistema emergente, sino que procure proteger un patrimonio humanístico irrenunciable que le proteja contra los abusos del poder, le empodere como ciudadano, fortalezca sus lazos sociales y trabaje una creatividad más allá de los meros fines productivos.

Comparto una ilustración donde abogo por un aprendizaje realmente significativo en tiempos del copia y pega, del contenido enlatado, del fake, de la simulación y el multiverso. Nunca fue tan urgente poner la educación en el centro del desarrollo humano. Mantener la entereza, la voluntad y el entusiasmo en tiempos de cambios es hoy más que nunca un desafío que pone a prueba no solo nuestros conocimientos profesionales, también la propia percepción de nuestra labor. Ánimo, compañeros/as. 

Ramón Besonías

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