Crónica de un Congreso



Los días 4, 5 y 6 de octubre tuvo lugar en Mérida el Congreso Nacional "Contenidos Educativos Digitales", que reunió a numerosos docentes, cargos institucionales y empresas de tecnología en torno a un mismo objetivo: reflexionar acerca del futuro modelo de implantación de las TICs en la educación formal.


Llegué temprano el primer día (y también los dos días restantes; me gusta hablar con los compañeros, pulsar cómo está el ambiente antes de ponerse en faena). Al entrar en el cubo de hormigón que perfila el Palacio de Congresos y Exposiciones, me encontré a la derecha con seis o siete stands comerciales de empresas del sector tecnológico que tienen intereses en el ámbito educativo. En primer lugar, Telefónica, principal socia colaboradora con la Consejería de Educación de Extremadura y, por extensión, del propio Ministerio de Educación; le seguían Samsung, El Corte Inglés, Digital-Text y otras más que no recuerdo. La sensación inicial era de estar más en una feria de tecnología que en un congreso educativo. Pero si miras bien el tríptico informativo o la web del congreso, verás que todas estas empresas colaboran en la financiación del evento. Sin ellas no hubiéramos disfrutado del jugoso jamón y las tortas de El Casar del almuerzo; quizá hubiera sido imposible disfrutar de algunos de los ponentes que figuraban en el programa, o disponer del maletín acolchado, con bolígrafo, carpeta y usb incluidos en su interior. Aguantar los discursos insufribles e impostados de las autoridades y de los directivos y responsables empresariales del sector es el impuesto que debemos pagar por tener a nuestra disposición todas las comodidades y servicios propios de un congreso nacional.


A excepción de las intervenciones salvíficas de Aníbal de la Torre, Antonio Rodríguez de las Heras y Guillermo Fesser, el combinado de ponencias restantes no me aportaron nada más que aburrimiento y sospechas sobre el inquietante devenir que la Consejería tiene previsto para el futuro de las TICs en los centros educativos. Excluyendo, por supuesto, la riqueza de comunicaciones que el viernes dio jugo al congreso. Decenas de docentes de diferentes partes de España vinieron a mostrar sus experiencias al resto. No voy a detallar qué comunicaciones me resultaron más motivadoras porque para gustos, los colores. Pero sí voy a reflexionar sobre las impresiones que saqué de mi asistencia al congreso.

Nuestro Secretario General de Educación, aquí en Extremadura, César Díez Solís, clausuró el congreso con una pregunta abierta de la que el que escribe ya intuye una respuesta prefabricada por la Administración educativa. El debate está en qué modelo de futuro debemos aplicar en relación a los contenidos TIC:

- Un modelo basado en herramientas aportadas, pay per view (PPV), por las editoriales y demás empresas del sector.
- Un modelo artesano, de contenidos y herramientas elaboradas por los propios docentes y los responsables de promocionar el software libre.
- Un modelo mixto, que combine ambas propuestas.

Es de esperar que la Consejería intente mantener una estrategia de "salvar las apariencias", defendiendo el modelo mixto. De esta manera tiene contento a todos y evita disrupciones mediáticas. Pero por lo que pude intuir durante mi estancia en el congreso, este modelo salomónico dista mucho de ser la orientación que implantará en el futuro la Administración autonómica en materia TIC. Cito dos sospechas.

Primera. Nuestra Consejera, Trinidad González, adelantó la intención de articular un plan de modernización tecnológica de los contenidos curriculares, fácilmente interpretable como una progresiva adecuación de textos en formato digital interactivos, abastecidos por las editoriales. Lo dio en llamar plan Scholarium. No dijo nada; ni qué características tendrá, ni cómo se llevará a cabo. Solo el rutilante titular para los medios. Pero en ningún momento habló, ni ella ni ningún otro representante de las instituciones educativas, de metodología, de reajuste del modelo de formación del profesorado, de reforma del modelo de escuela en función de pedagogías más inclusivas, que trabajen por proyectos y no por contenidos. De remodelar la función del Coordinador TIC, a fin de integrarlo de manera más orgánica en los contextos reales de demanda de formación en cada centro educativo. No, nada de eso. De hecho, fijaos que el título del congreso lo deja claro: "contenidos" educativos digitales. Es decir, ducharse, pero volverse a poner la ropa sucia; cambiar el libro de texto en papel por otro digital y con una interactividad reducida y no readaptable a las necesidades del profesorado.

Hablé con los encargados de Digital-text y su plan Aula 2.0; me enseñaron su formato digital de libro electrónico interactivo; 35 € y el alumno tendrá a su disposición libros digitales de todas las áreas de ESO. Un placebo sugerente para tiempos de crisis, que la Administración integrará sin resistencia dentro de su plan Scholarium. Aulas conectadas a mayor gloria de Telefónica y libros electrónicos interactivos instalados en los portátiles (que solo algunos alumnos poseen hoy por hoy). De financiación, ni mu. Es previsible que el coste de los libros interactivos salgan de parte de la beca de los propios alumnos. En mi centro ya han aparecido empresas similares en los dos últimos años vendiendo este tipo de productos y afirmaban tener un acuerdo con la Junta que hacía posible financiar estos libros a través de la beca pública. Problema: no todos los alumnos tienen ordenador, ni en el centro ni en casa, y algunos de los que lo tienen, no tienen acceso a internet (más patente cuanto menor es el nivel educativo del alumno y, por supuesto, el nivel socioeconómico de las familias). A esto se añade lo ya dicho, el libro interactivo reproduce el modelo clásico de material educativo; eso sí, aderezado de tareas y acceso a enlaces con información hipervinculada. Las tareas, escasas y en ocasiones pobres y poco interactivas. El formato de texto, difícilmente legible para que el alumno lo estudie, lo asimile y lo comprenda. Lo dicho, ducharse y después ponerse la ropa sucia encima.



Segunda. En uno de los debates que tuvieron lugar en las llamadas salas off del congreso, Miguel Ángel Gil González, Secretario de Servicio de Innovación y Formación del Profesorado de la Consejería de Educación del Gobierno de Extremadura (el hombre trajeado de la foto de arriba), declaró que su intención era promover en Extremadura centros de "élite" tecnológica. No me invento las palabras, dijo "élite". Ante mi perplejidad y rechazo en pleno debate (el resto de compañeros no dijeron esta boca es mía, aunque muchos pusieron los ojos como platos y sonreían por no llorar), Gil González se vio obligado a recular y reajustar el discurso, afirmando que su intención no era dar la sensación de que creará centros de primera y de segunda, no, por favor. Al parecer lo único que quiso decir es que a partir de ahora, el centro que quiera ser dotado de recursos, deberá demostrar que los utiliza y saca provecho educativo de ellos. Lo que no sabemos es si este plan de dotación y evaluación de recursos estará limitado hasta fin de existencias y si será o no la propia Consejería quien decidirá cuáles y cuántos centros se podrán acoger a él. Ya sabéis que los políticos son maestros en el arte de la frase suelta, la retórica vacua y el "yo no quise decir eso, es usted quien me interpreta".

Al acabar el debate, tuve ocasión de hablar con Gil González y comprobar que su principal preocupación es el dinero y la eficacia, más allá de consideraciones "subjetivas" que impliquen hablar de calidad e igualdad. El concepto de sostenibilidad que se esgrimió en el congreso tuvo tan solo una acepción meramente económica. Ser sostenible es poder permitírtelo, nada más. No se habló de sostenibilidad humana, moral o social, nada de eso. Por el collar se sabe de dónde viene el perro.

Le planteé al Secretario de Servicio de Innovación y Formación del Profesorado (uf, estos títulos me recuerdan a los apellidos de los nobles) la necesidad de fomentar un plan de formación en centros, contando con los coordinadores TIC como una especie de asesores externos de los CPRs, que coordinados con eficacia pudieran ser eje de una formación más orgánica, sensible a los tiempos, espacios y ritmos formativos de cada centro. Esto supondría dedicar en los centros una hora semanal a formación, como se dedica a reunirse con el orientador o el equipo de Jefes de Departamento (CCP). Asimismo, crear una red eficaz y coordinada de docentes TIC, de tal forma que sean los propios compañeros los que nos doten de formación y evalúen la idoneidad didáctica de los materiales TIC. Planes como Agrega son repositorios importantes por el volumen de contenidos que almacenan y clasifican, pero no existe tiempo, capital humano y menos aún dinero para evaluar su efectividad. De hecho, no existen estudios serios de evaluación de los materiales TIC educativos, y quien lo diga miente. Ni siquiera en el entorno universitario hay estudios científicos que hayan testado in situ su efectividad, exceptuando algún que otro estudio relacionado con TICs y Necesidades Educativas Especiales.



Confiar en la red, ahora difusa y descoordinada, de numerosos docentes TIC para implementar un proceso progresivo de formación en centros, así como el intercambio y evaluación de materiales, es en boca de Miguel ángel Gil González "caro". Supone que el coordinador debería dedicar una o dos horas a esos menesteres, lo que en sí mismo significa para la Administración "dinero", solo eso. Yo lo llamo falta de voluntad y de imaginación. Les da igual la eficacia (más allá de su significado cuantitativo), la calidad, la voluntad del profesorado para ser agente directo de su propia formación. 

Pero el mismo argumento crematístico que esgrime la Administración es incierto. Un plan de formación en centros sería mucho menos costoso que lo que supondrá a largo plazo el llamado Scholarium. Se prefiere dotar a los centros de materiales externos, abastecidos por empresas privadas, que confiar en el docente, que arbitrar planes internos de formación y un fortalecimiento de redes educativas auspiciadas y protegidas por la Administración. Todo permanece como está. Es barato seguir confiando en el voluntarismo generoso de los docentes TIC, pero sin protegerles, sin dotarles de una estructura organizativa que enriquezca al conjunto del sistema. A esto hay que sumar que la Consejería funciona de manera compartimentada. Una mano no sabe lo que hace la otra. No existe una mirada de conjunto que ligue los contenidos con la metodología, y esta con la formación del profesorado. Pero sí se confía en empresas del sector para crear proyectos de futuro sobre el devenir de los contenidos educativos. Esto no es para ellos ganar dinero.

La reflexión está abierta. Juzgad por vosotros mismos. De todo lo vivido en el congreso me quedo con las charlas con los compañeros y el entusiasmo indestructible que se observaba, a pesar del mal tiempo. Terminé el congreso con más preguntas que certidumbres, pero cargado con las pilas que la voluntad de los compañeros te regalan. Gracias.

Comentarios

  1. Otra cuestión que se me olvidaba:

    ¿Qué fue antes: el huevo o la gallina? ¿Pensar que la dotación de material debe ser racionalizada o que debemos ahorrar porque nos lo impone Madrid? Tengo la sensación de que muchas intenciones institucionales no tienen un ethos educativo, una intención de mejora per se.

    Estoy de acuerdo en que se debe gestionar los recursos con eficacia, pero para todos. Y con criterios de evaluación contrastables.

    De todas formas, el tiempo lo dirá, y al cordero se le verán los dientes. Nosotros, como los astros, seguiremos aquí, eternos, aguantando el embate. Pero no callados, faltaría más. Para hacerse un Cola-Cao hay que batir la leche.

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  2. Gracias por el resumen, muy útil para los que no fuimos. Coincido en tus temores, que suenan muy razonables. El problema es que mucho libro digital pero poca conectividad y sobre todo poca formación: se ofrecen cursos en herramientas, no en el "cambio de ropa" que propugnas. ¿Para cuándo un servicio que ayude a adaptar las programaciones de aula a las TIC para aquellos docentes que no pueden/quieren dar el salto solos?

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