Presente y futuro del Coordinador TIC



La función del Coordinador TIC en la enseñanza pública extremeña fue desde su nacimiento una consecuencia lógica del proyecto de digitalización de las aulas orquestado por la administración educativa de entonces. Dotar las aulas de ordenadores requería la presencia de un técnico informático y la mediación didáctica de un coordinador pedagógico que orientara y canalizara las necesidades reales del profesorado en materia TIC, una demanda por entonces mínima, ya que la mayor parte de los docentes o no tenía internet en casa o eludía cualquier intento de incluir estos nuevos medios en su quehacer profesional, interpretándolos como una ortopedia inútil e impuesta de manera artificial por la administración, nunca como una respuesta racional a necesidades reales. Hoy podemos decir sin equivocarnos que la presencia de las TICs en el sistema educativo extremeño fue un plan impuesto por razones exógenas, unas de carácter didáctico y de adaptación cultural a nuevos modelos de acceso al conocimiento, hoy indiscutibles, y otras de naturaleza política. En cualquier caso, obviar a día de hoy la necesidad de integrar estos nuevos dispositivos dentro de nuestra labor profesional es una reflexión estéril. Sin embargo, no lo es tanto aprender de los errores pasados y presentes, a fin de poner en su justo medio la viabilidad de determinadas estrategias de implantación de las TIC en contextos reales de enseñanza y aprendizaje. Cabe plantear serias y ponderadas dudas sobre este asunto.

La figura del Coordinador TIC nació con voluntad de convertirse en una función esencial a la hora de filtrar y vehicular las necesidades reales de formación TIC del profesorado, así como orientar sobre el uso de las nuevas tecnologías en los contextos individualizados de cada aula. Por mucho que los CPRs oferten una formación lo más cercana a la realidad del profesorado, es evidente que solo pueden conseguir una capacitación inicial en determinadas habilidades, en el conocimiento de determinadas herramientas tecnológicas, y hacerlo de manera global, a fin de que sea cada docente quien la adapte a su contexto real dentro del aula. Es evidente que la figura del Coordinador TIC debiera ser quien posibilite la aplicación de las TICs dentro de contextos y metodologías adaptadas a cada contexto educativo. Además de esto, es también evidente la función motivadora, impulsora de proyectos de innovación educativa dentro los centros. No se trata solo de ofertar un dispensario de píldoras TIC o resolver dudas al profesorado. El Coordinador TIC es quien puede de manera más directa propiciar la adopción de programas de innovación que visibilicen el uso de nuevas metodologías de enseñanza y aprendizaje más allá del aula, como proyecto colectivo en el que se integre toda la comunidad educativa de forma inclusiva y participativa.

Hasta aquí solo he expuesto lo que debiera ser. Pero ¿es esto lo que realmente sucede a pie de aula? ¿Son estas las funciones reales que ejerce el Coordinador TIC? Ciertamente, no. En un principio, para ser Coordinador TIC debías pasar una prueba de capacitación, testada por un inspector. Lejos de ser un sistema eficiente -el inspector que me evaluó a mí apenas sabía encender un ordenador-, al menos dotaba a nuestra función de un carácter institucional dentro de la red de roles educativos que integran la vida de un centro. Pronto pudimos comprobar que el Coordinador TIC quedó a su suerte, abandonado por la Administración, a fin de cubrir y justificar sin esfuerzo un plan de digitalización que no tenía marcha atrás. En ningún caso se arbitró un plan de evaluación y formación de Coordinadores TIC, y mucho menos un plan de innovación educativa que tuviera como pieza mediadora al Coordinador TIC. Digamos que el proceso de alfabetización tecnológica del profesorado se desarrolló por ciencia infusa, a trompicones, a picotazos y sin criterios racionales progresivos que testaran la aplicación en contextos educativos reales. El Coordinador TIC pasó a ser una figura subsidiaria y variable, sin una función estable e integrable en el proyecto global del centro. De hecho, hoy esta labor la desarrollan en no pocos centros profesores a los que les sobran horas semanales. Hasta la fecha, la Administración tan solo se ha acercado a los Coordinadores TICs a través de convocatorias a Congresos sobre TICs o creando un foro corporativo donde compartir recursos e inquietudes. Un acercamiento del todo insuficiente para dotar a esta función de solidez profesional. Su rol queda reducido a mero expendedor de recetas. 

Los CPRs, por mucho que quieran, no tienen potestad de convocar a los Coordinadores TICs a sesiones de formación específica y obligatoria, ya que existe en este sentido una pared institucional que lo impide. Esto se debe a que el rol del Coordinador TIC no posee una entidad sólida dentro del sistema educativo, como la tiene un equipo directivo o incluso un orientador, con horas de dedicación exclusiva (más allá de un par de horas estandarizadas en las que casi nadie te necesita), ni potestad para vehicular de manera directiva un plan de formación en centros, adaptado a necesidades reales y contextos individualizados. La Administración -ni esta ni la anterior- apostó por el fomento de planes de formación en centros dirigidos por Coordinadores TICs previamente formados y evaluados, ni proyectos de innovación coordinados por ellos. Tanto la dotación de medios tecnológicos como la formación del profesorado se diseña sin criterios sólidos ni medios de evaluación pedagógica. No es raro que un centro se encuentre con 10 pizarras digitales que ni va a utilizar ni nadie le exigirá hacerlo. La Administración sigue imponiendo desde fuera un plan caótico de digitalización, sorda y ciega a los contextos reales en los que debe integrarse esta dotación. Asimismo, tampoco existe un plan de formación adaptado que sí podría asumir un Coordinador TIC si tuviera realmente potestad para ello.

La Administración ha obviado la necesidad de reforzar la figura del Coordinador TIC como eje esencial de un sistema formativo dentro de los centros y rol principal del viraje hacia nuevas metodologías de enseñanza y aprendizaje adaptadas a necesidades cotidianas. Es evidente que las funciones del Coordinador TIC deben revisarse a fin de convertirlo en asesor TIC dentro de su centro, con horas exclusivas para formar y ser formado, para coordinar proyectos de innovación educativa y propiciar cambios en las metodologías de aula. Para ello la Administración debe arbitrar un plan anual de formación para Coordinadores TIC, que en buena parte pudiera ser retroalimentado por la aportación de los propios coordinadores, enseñándose unos a otros. Asimismo, debieran existir planes que impulsaran la innovación educativa a través de proyectos de centro cuya dirección bien pudieran asumir los Coordinadores TIC y que solo a través de estos proyectos se dotara a los centros de medios tecnológicos adaptados a las necesidades que estos generen. La labor de los CPRs se vería beneficiada, ya que de esta forma podrían dedicarse solo a ofrecer planes formativos generales, de dominio de determinadas herramientas, dejando a los Coordinadores TIC su aplicación real a contextos de aula y proyectos de centro.

Es del todo evidente que no podemos reducir la función del Coordinador TIC al sustrato deficiente en el que hoy se encuentra. Dilatar esta situación no hace sino dificultar aún más la posibilidad de un cambio de perspectiva que modifique inercias ya instaladas tanto dentro de los centros como en el seno de la Administración. Hoy por hoy no existe una dirección general que aglutine una política de formación eficaz, más allá del mero voluntarismo de los agentes educativos. No existe un plan de evaluación de metodologías y recursos, mediados por proyectos de centro testables. Ya es hora de coger al toro por los cuernos. 

Comentarios

  1. También yo estoy contigo en lo afirmado, aunque también es cierto que el fin justifica en nuestro caso la metodología. Eso sí, renovar o morir y en este momento la tecnología nos pisa los talones y hay que ser creativos en la educación para que eso que tanto oímos "fracaso escolar" no se produzca. Animo a todos/as los coordinadores TIC.

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  2. Buen resumen, Pedro. Esa es la idea, proponer un nuevo modelo de formación integrada y contextulizada.

    Tendremos mucho trabajo de consenso el curso que viene.

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